viernes, 13 de mayo de 2011

El propósito de la educación

Con permiso de Blogger, al fin, esta tarde, os presento mi granito de arena a la campaña de Purpos/ed sobre el propósito de la educación (¡en 500 palabras!) que conocí a través de Twitter. Ahi va eso:

Decía H.G Wells -y lo explica Santos Guerra ;)- que la civilización es una carrera entre la catástrofe y la educación. Y se quedó tan ancho. Quizá hace cien años todo el mundo (occidental, por supuesto) tuviera claro que era y que no era la civilización, como distinguir entre catástrofe y cotidianedad y, rizando el rizo, en que consistía la educación, pero en estos momentos, ni por casualidad. Seguramente la actual precariedad de las certezas esté muy relacionada con tres elementos muy presentes en esta sociedad: la facilidad para el acceso al conocimiento, el rápido intercambio de información y la evolución del conocimiento en si mismo, en todos sus campos; ejemplos: Internet y la física cuántica. Hoy el mundo, es el mundo, y las certezas, son las de cada cual.

De modo que antes de hacer sentencias como la del bueno de Herbert o como la de los amigos de Purposed, estaría bien aclarar que entendemos por civilización, catástrofe y claro, educación. Ya que #500palabras no dan para tanto vamos al quid de la cuestión.

El propósito de la educación es (y aquí iría un redoble de tambor): que el otro aprenda lo que yo creo que debe aprender. Y como el inglés, me quedo tan ancho, porque realizar planteamientos sobre estos temas sale gratis y sino véase las leyes educativas de quita y pon en el último siglo en nuestro país. Explicando un poco más la respuesta diría que la educación necesita del agente educador (el chamán, el maestro, la tele...) y del ingenuo que “debe” moldearse según mandan los cánones, del momento y del lugar. Así se construye una sociedad. La cosa no pintaría del todo mal si esta sociedad fuera una pequeña tribu donde cada individuo es tratado por el educador como alguien con potencialidades únicas, distinto al resto, que puede aportar algo especial al poblado, pero andamos en la aldea global y necesitamos de los sistemas educativos. Y ahí se acabó el ser tú mismo, al menos al cien por cien. Quizá no sea posible de otro modo, quizá si. Pero si la educación que hemos recibido durante el último siglo nos ha llevado a este tipo de civilización, tan mejorable aún por decirlo de una manera amable, tal vez habría que probar otra cosa. Aprender de los errores forma parte de nuestra experiencia vital, asumamos pues los errores de la especie como propios y sintámonos partícipes del proceso de cambio.

El propósito de la educación debería ser el de alimentar la voluntad de aprender para convivir mejor. Querer ser mejor. ¿Participamos en este proceso?. Yo empiezo el lunes.

4 comentarios:

Manuela dijo...

"Aprender de los errores (!que buen propósito!), y alimentar la voluntad de aprender para convivir mejor", pues sí, estoy de acuerdo, a ver si nos ponemos manos a la obra que se está haciendo tarde para algun@s.Yo también empiezo (o sigo) el lunes.

elmaestrojuan dijo...

Nunca es tarde si la dicha es buena Manuela e incluso a lo mejor, es contagioso... Gracias por comentar.

P.E. teacher dijo...

Como soy de EF suelo decir a mi alumnado, que se aprende más de una derrota que de la más grande de las victorias. Creo que aprender a reflexionar sobre el error, a sacar lo positivo de una situación inesperada, nos conduce a ser más humildes y a estar dispuesto a seguir aprendiendo de y con los demás. Excelente post maestrojuan
@cordytic

elmaestrojuan dijo...

Solemos aprender de los errores, maestros y alumnos, ahora falta que los encargados de las políticas educativas también lo hagan. Gracias por comentar Inés.