jueves, 22 de enero de 2009

Un día cualquiera


Habiendo dejado ya atrás esos días de Navidad en los que parece estamos casi obligados a ser más solidarios ante las desgracias ajenas, reclamo hoy, un día cualquiera de enero, unos minutos de atención a esta propuesta: colaborar con una ONG.
Dejemos a un lado sensiblerías, olvidémonos de retóricas y adornos; seamos razonables. Nadie puede negar que en este mundo hay miles de personas que las pasan putas, en todos y cada uno de los sentidos que podamos imaginar: hambre, sed, malaria, prostitución, tortura, sida, cólera, analfabetismo, violencia, exclusión social, etc.
Todos sabemos también que existen organizaciones que hacen lo que pueden (o lo que les dejan) para ayudar: Cruz Roja, Amnistía Internacional, Save the Children, Intermon-Oxfam son algunas de ellas.
Pero ¿cuántos de nosotros conocemos a alguna persona de nuestro entorno que colabore con ellas? Yo, a una. Quizá nos planteamos si esa ayuda llega o se queda por el camino, o si somos nosotros los que tenemos que apechugar cuando los estados miran para otro lado. No se, supongo que hay un montón dudas y sensaciones contradictorias entremezcladas. Echar un vistazo por la web de la Fundación Lealtad puede aclararnos las cosas.
Este que escribe cree que debe colaborar y lo va a hacer. He estado pensando en como hacerlo y después de sopesar pros y contras, tiempo y dinero, me he decidido por una forma rápida, fácil, eficaz y sin florituras: euros. ¿A quién? A Acción contra el Hambre. ¿Por qué? Porque esta noche he cenado salmón con bechamel y las sobras que le he puesto al gato tenían más nutrientes que los que tomarán miles de personas en toda la semana. ¿Demagogia? No, la jodida realidad. Tu mismo/a.

lunes, 12 de enero de 2009

Expectativas


Empiezas la semana descansado, con ganas de trabajar, animoso; has comenzado una nueva unidad didáctica sobre la pelota valenciana y esperas que les guste; te has preocupado de conseguir los materiales necesarios, desde pelotas de badana hasta un completo video de treinta minutos; hiciste un cursillo en el CEFIRE sobre el tratamiento didáctico de este deporte e incluso has pensado que sería buena idea visitar un trinquet o que os visitara un autentico pilotari; todo parece bien encauzado, hasta aquí.

Empiezas la sesión llamando al orden, resolviendo problemas de conducta; presentas el trabajo de hoy, construir el guante, y oyes resoplidos y expresiones de desgana; preguntas por los materiales que debían traer (esparadrapo, cartón y tijeras) y descubres que la tercera parte de tus alumnos/as los han olvidado; expones el video y tienes que pararlo cada cinco minutos para recordarles que no deben hablar, molestar al compañero, mirar por la ventana, hacer ruido, etc, etc, etc; repartes pelotas de tenis e indiakas para empezar a practicar el golpeo y tras luchar lo indecible durante la sesión para que las utilicen como es debido, desaparecen tres pelotas y se rompen dos indiakas; desistes de la visita al trinquet y ante tal panorama ni te planteas ya que venga el pilotari; casi nada ha salido como esperabas, y tan solo es lunes.

Quiero pensar que son todavía síntomas de la resaca de las vacaciones de Navidad y que a lo largo de la semana irán entrando en la dinámica de la unidad. Por otra parte no dejo de preguntarme qué estoy haciendo mal y cómo podría conseguir que todo funcionase mejor. Quizá esta noche, después de ejercer de padre, limpiador doméstico, cocinero, fregaplatos y contador de cuentos para dormir, tenga un ratito para pensar en ello.

sábado, 10 de enero de 2009

Usain Bolt también fue a la escuela

En la reunión de ciclo de esta semana surgió el tema de la atención a alumnos con sobredotación intelectual. El psicólogo propuso realizar algún tipo de pruebas y, si los resultados lo aconsejasen, se propondrían actuaciones concretas de atención a estos alumnos.
Los tutores hablaron sobre si ese niño sobresalía especialmente en matemáticas o esa niña lo hacía en lengua. A mi, todo aquello me pareció de lo más pertinente; sin embargo por un instante fugaz cruzó por mi cabeza la imagen de otros alumnos que sobresalían en educación física y que, con toda probabilidad, nunca recibirían ningún tipo de atención especial para desarrollar sus capacidades o habilidades físicas.


Recuerdo a Ines, una niña grandota de quinto de primaria en la escuela de Gestalgar, perfecta candidata a campeona en lanzamiento de peso; a Christian, un chaval de sexto en la escuela de Benisanó, al que imaginaba en la selección española de balonmano; o a Sandra, una niña de segundo de la escuela de Náquera, futura medalla olímpica de los 400m. Sería estupendo que alguno/a de ellos/as lo consiguiera.
La familia será, sin duda, la que pueda encauzar a su hijo/a a desarrollar sus potencialidades deportivas fuera del horario escolar pero nosotros, los/as MEF, podemos poner el acento en una u otra cualidad y orientar a padres y madres hacía una u otra actividad deportiva (reconozcamos que “hay vida” más allá del fútbol o el tenis).
¿No os parece emocionante pensar que podemos participar en el desarrollo deportivo de, por qué no, el futuro Usain Bolt? Tened los ojos bien abiertos ;-).

martes, 6 de enero de 2009